EL MARTIRIO DE SER NECAXISTA
Ayer de nueva cuenta el Necaxa estaba a un paso de regresar a la Primera División del fútbol mexicano. Otra vez el escenario jugaba a su favor; sin embargo, otra vez no lo supieron aprovechar.
En el partido de esa noche, con global de 1-1, el equipo no jugó a nada. Si acaso tuvo dos jugadas reales de peligro y paren de contar. Ayer el Necaxa no era el mismo equipo del torneo pasado, en el que los jugadores le sacaron el resultado a Coras allá en Tepic, muriendo en la raya y saliendo campeones. Pero los Rayos dejaron mucho qué desear en el partido de ayer.
Lo desafortunado es que la historia del Necaxa está manchada por ese tipo de acontecimientos, que prácticamente vuelven el relato una tragedia; es un martirio irle al Necaxa.
Recuerdo la primera vez que vi al equipo en vivo; cuando todavía jugaban en el estadio Azteca y cuando todavía iba bastante gente a verlos jugar. Fue un partido entre semana, en el torneo de Verano del ya remoto año 2000. El Necaxa jugaba contra el Atlas y el estadio tenía una buena entrada a pesar de que se jugaba entre semana. Finalmente el marcador quedó 3 a 2 con el Necaxa llevándose el triunfo; ese día me marcó para ser necaxista toda la vida. Ese mismo año, el Necaxa viajó a Río de Janeiro para representar a México en el mundial de clubes, quitándole el tercer lugar en tanda de penales al mismísimo Real Madrid.
Sin embargo, poco a poco una serie de eventos desafortunados fueron hundiendo al equipo y la afición se fue alejando constantemente.
Un ejemplo es aquella final en contra del América en el 2002, en el que el Necaxa tenía la ventaja de 2 a 0 en el partido de ida, pero en el de vuelta, las Águilas lo empataron y se convirtieron en campeones con un gol en el tiempo extra. Esa final estuvo llena de rumores acerca de que el América tenía que ganar sí o sí, porque ambos clubes pertenecían a Televisa; afortunadamente el Necaxa se ha quitado el mote de
el hermano menor del América, pues hace un año cambiaron de dueño.
Al año siguiente de esa final, cuando los aficionados nos estábamos recuperando todavía, la directiva toma la decisión de trasladar al equipo a la ciudad de Aguascalientes, en un intento desesperado por hacer que la gente lo fuera a ver jugar, ya que el Azteca era un desierto cada que el Necaxa jugaba.
Ese mismo año, la directiva tuvo diferencias con la leyenda más grande que ha tenido el equipo: Alex Aguinaga. El ecuatoriano partió al Cruz Azul y muchos aficionados terminaron rechazando el acto y abucheándolo cuando jugaron contra el Necaxa. Esto fue un acto reprobable de esos
aficionados; no puedes rechazar al mejor jugador que ha tenido tu equipo, que además fue un líder y siempre dio la cara por todos los demás.
Los años siguieron pasando y el Necaxa en su nueva sede no levantaba; en ocasiones el estadio tenía una pobre entrada y cuando se llenaba, era cuando iban equipos como Chivas, América o Pumas. La mayor parte de los asistentes eran del equipo rival, obviamente. Además, al equipo le faltaba un líder, pues desde la partida de Aguinaga, el equipo ya no tenía ese referente que tanta falta le hacía.
Llegó el año 2009, con un Necaxa armado de jugadores que no sentían la camiseta. El último partido definía al equipo que descendería, entre Tigres y Necaxa. Los Rayos necesitaban ganar y que Tigres empatara o perdiera. Ese día fui a verlos jugar, todo estaba alineado porque los felinos empataron; pero el Necaxa perdió 1-0, contra el América, en el estadio Azteca.
Los Rayos descendieron, perdieron la categoría y la historia que tanto les ha costado recuperar. Sin embargo, en esta ocasión hubo un jugador que sintió los colores, y gracias a ello, se volvió el nuevo líder que el equipo necesitaba. El argentino Pablo Quatrocchi, quien descendió junto con la institución.
Una vez abajo, el Necaxa logró algo maravilloso: el bicampeonato. Con esto, ascendieron al año, ganando una final contra el Irapuato y la otra contra el León. Ese Necaxa sí era un equipo; lo que hizo el técnico Omar Arellano fue asombroso y los resultados se dieron. El Necaxa volvía a la categoría que le pertenecía.
Cuando volvieron a Primera División, la directiva volvió a tomar una decisión que nos enfureció como aficionados, pues decidieron cesar a Omar Arellano como técnico del equipo. Arellano había logrado una victoria, tres empates y dos derrotas, obteniendo 6 puntos de 15 posibles. En lo particular fue molesto que se haya tomado esa decisión porque el equipo iba poco a poco funcionando, pero la directiva no lo vio así. Entonces los malos resultados volvieron a llegar y al terminar el año, el Necaxa descendía otra vez.
Han pasado 4 años desde ese último descenso y en ese tiempo, han estado siempre a un paso de volver a Primera, pero el Necaxa es el Cruz Azul de la Liga de Ascenso; es decir, el eterno subcampeón. En los primeros torneos, quedó relegado de la liguilla en varias ocasiones. En el Clausura 2013, fue eliminado en la final por Toros Neza, quien después jugó una final de ascenso fantasma contra La Piedad porque ningún equipo ascendió y después ambos desaparecieron. Al torneo siguiente volvieron a perder una final, ahora contra los recién descendidos Leones Negros de la Universidad de Guadalajara. Ambas finales cerraron en Aguascalientes y desde entonces sabemos que cerrar en casa no es una ventaja para el Necaxa, pues ni con todo el apoyo de la afición el equipo pesa.
Para mayo del 2014, el Necaxa cambiaba de dueños y por fin dejaba de ser parte de la empresa Televisa. Ahora con la directiva a cargo de Ernesto Tinajero y Guillermo Cantú, el Necaxa buscaría ascender al máximo circuito.
La final del torneo pasado fue algo distinto. Ese partido entre Coras vs Necaxa cerró en Tepic. El Necaxa, tras ir perdiendo 3 a 1, jugó con el corazón, pues además tenían a un jugador menos. Sacaron el empate y llegaron hasta penales, resultando campeones y siendo el primer finalista en el partido decisivo para conocer al equipo que ascendería.
Ayer, el Necaxa nos volvió a dejar con la ilusión. El equipo no jugó a nada, no generó nada y no fue ni un reflejo del equipo que jugó contra Coras. El ahora referente y goleador Víctor Lojero parece que ni siquiera jugó. Una vez más el Necaxa se quedó a un paso de regresar a Primera.
Algo que debo aplaudir y reconocer del partido de ayer es a la afición que estuvo presente en el estadio, quien no dejó de apoyar hasta que la tormenta en ambos sentidos hizo que salieran del estadio. Hubo un momento en el que todo el estadio cantaba
¡Oh! ¡Rayos va a volver, va a volver, va a volver, Rayos va a volver! Si viéndolo en la televisión se me erizó la piel, no quiero imaginarme lo que sintieron todos en el estadio Victoria. Ayer la afición, que quiero suponer que en su mayoría era de Aguascalientes, hizo un momento único.
También aplaudo a la directiva, pues desde que llegó, han tenido un mayor acercamiento con la gente. La propuesta del mosaico fue realizada a través de las redes sociales y dio resultado; el Victoria ayer era un recinto grandioso y será memorable.
Ahora tendremos que esperar otro año y mantener viva la ilusión, pues para eso estamos los aficionados reales. Hemos estado en las buenas, en las malas y en las peores, pues con el Necaxa se sufre, se llora y se enoja, pero siempre apoyando a los Rayos, poniéndonos la camiseta estando orgullosos de nuestro equipo y de nuestra historia. ¡Fuerza Rayos!