Red Army
Mega Fútbol
- 23/4/12
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Real Madrid y Barcelona son los finalistas en los corazones de muchos aficionados españoles -y también algunos de fuera de España- por juego, rivalidad y, sobre todo, pasión, algo fundamental en un deporte que mueve masas y vive de momentos mágicos y partidos de leyenda.
Precisamente, esta última final de la Liga de Campeones no pasará a la historia por mucho más que ser la primera del Chelsea, ya que el juego desplegado en el campo durante los 120 minutos que duró el encuentro dejará guardado en nuestra retina poco más que el golazo de Didier Drogba.El primer tanto del encuentro no llegó hasta los últimos diez minutos del partido, dejando el resto del partido para el descafeinado empuje de un Bayern de Múnich que tampoco debería sentirse demasiado orgulloso por haber mantenido la posesión de la pelota ante un Chelsea que termina campeón a base de detestar el balón en un juego llamado 'Football'.
Di Matteo, a la italiana, nos premió con el partido más rancio de una final de Liga de Campeones desde aquel Juventus-Milan de 2003 que evidenció la grave crisis que existía en el fútbol europeo en aquellas fechas, destacando el aspecto deportivo de la crisis y no el resultadista, ya que el 'resultadismo', por suerte, sólo parece triunfar cuando el juego falla.En aquella ocasión, los penaltis tuvieron que liberar la final de un 0-0 decepcionante para un partido en el que se enfrentan los supuestos dos mejores clubes del continente y, por extensión, del mundo, ya que en Europa se encuentran todas las grandes estrellas de este deporte.Tanto en Copa del Rey como en Liga, Real Madrid y Barcelona demostraron que en cuanto a juego, goles y pasión no les gana nadie en Europa, aunque los equipos, al igual que el ser humano, también fallan y, en esta ocasión, el desastre fue conjunto.
Bayern de Múnich y Chelsea fueron dominados por Real Madrid y Barcelona en sus respectivas eliminatorias de semifinales de Champions, aunque los españoles no dieron con la tecla y nos castigaron con una final infumable que esperemos no se repita, al menos, en los próximos 9 años, tal como sucedió en esta última ocasión.
Precisamente, esta última final de la Liga de Campeones no pasará a la historia por mucho más que ser la primera del Chelsea, ya que el juego desplegado en el campo durante los 120 minutos que duró el encuentro dejará guardado en nuestra retina poco más que el golazo de Didier Drogba.El primer tanto del encuentro no llegó hasta los últimos diez minutos del partido, dejando el resto del partido para el descafeinado empuje de un Bayern de Múnich que tampoco debería sentirse demasiado orgulloso por haber mantenido la posesión de la pelota ante un Chelsea que termina campeón a base de detestar el balón en un juego llamado 'Football'.
Di Matteo, a la italiana, nos premió con el partido más rancio de una final de Liga de Campeones desde aquel Juventus-Milan de 2003 que evidenció la grave crisis que existía en el fútbol europeo en aquellas fechas, destacando el aspecto deportivo de la crisis y no el resultadista, ya que el 'resultadismo', por suerte, sólo parece triunfar cuando el juego falla.En aquella ocasión, los penaltis tuvieron que liberar la final de un 0-0 decepcionante para un partido en el que se enfrentan los supuestos dos mejores clubes del continente y, por extensión, del mundo, ya que en Europa se encuentran todas las grandes estrellas de este deporte.Tanto en Copa del Rey como en Liga, Real Madrid y Barcelona demostraron que en cuanto a juego, goles y pasión no les gana nadie en Europa, aunque los equipos, al igual que el ser humano, también fallan y, en esta ocasión, el desastre fue conjunto.
Bayern de Múnich y Chelsea fueron dominados por Real Madrid y Barcelona en sus respectivas eliminatorias de semifinales de Champions, aunque los españoles no dieron con la tecla y nos castigaron con una final infumable que esperemos no se repita, al menos, en los próximos 9 años, tal como sucedió en esta última ocasión.