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Mega Fútbol
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- 16/4/12
Del día uno como técnico del Chelsea hasta cuatro más tarde de haber levantado la Champions League. Sobre la figura de Roberto di Matteo aflora un ambiente extraño, aunque la incredulidad hacia sus méritos se haya disipado paulatinamente. Lo que en un principio se interpretaba como la colocación de un entrenador interino para esconder un mandato real de los jugadores, principalmente de John Terry, resulta hoy menos creíble. Algunas decisiones tácticas, como el aprovechamiento del carril de Ramires o la valiente alineación de Ryan Bertrand en la final de Munich, difícilmente habrían salido de una mente no técnica. Sin embargo, Roberto Di Matteo no genera la unanimidad esperada. No ha renovado. La directiva de los blues le considera, pero tampoco oculta que estudia otras opciones. Dos títulos en tres meses, incluido el máximo anhelo histórico del club, podrían no ser suficientes.
Los opinadores que defienden su despido basan su tesis en el juego que practica el equipo, un tanto primitivo y con un punto de fortuna importante para conseguir los títulos. En la Premier han quedado sextos, una posición inaceptable. Sin embargo, habría que recordar que Di Matteo llegó en marzo. Fue una solución de urgencia cuando la gran apuesta del club para regenerar toda la estructura técnica y futbolística, el portugués André Villas-Boas, había fracasado. No se le podía exigir brillo en estas condiciones, y seguramente la directiva del Chelsea no lo hizo, apenas esperaba acabar la temporada de forma decente sin mayores ridículos que los ya sufridos. Pero Di Matteo salió bien, salió campeón. Primero de la FA Cup, posible pero no esperado, y más tarde de la Champions League, impensable. Cogió a todos a contrapié.
Volviendo al debate del juego, muy recurrido el día posterior a la final de la Champions, que Di Matteo usara un método que no guste a algunos no implica que este sea su ideal. Creo recordar a su West Bromwich Albion como un equipo atrevido y con más argumentos futbolísticos que el balón largo y contragolpe. Su propuesta real se vería en un hipotético segundo intento. Como solución de emergencia se valió de los conceptos sencillos para intentar ganar algún partido, como hubiera hecho cualquier otro. El Chelsea había jugado peor en los últimos encuentros de Villas-Boas.
El verano pasado el Chelsea quiso reconvertirse. Quizá también lo quiera ahora, ¿pero desde qué punto partiría con mayor eficacia? La temporada anterior escogió a un número uno para guiarles. Volver a recurrir a un entrenador foráneo implicaría un nuevo cambio de principios, una nueva toma de contacto con los pesos pesados de la plantilla, un volverse a conocer y quizá a no entenderse. Con la experiencia de lo sucedido, la posición de Roberto Di Matteo parece la más indicada. Primero porque se ha librado de un problema: Didier Drogba, fenomenal delantero que asumía un espacio complicado. En forma era el titular indiscutible, pero a su edad empezaba a no poder jugar siempre. Pero sí lo suficiente como para sentar a Torres, y este no recuperaba nunca la confianza. Y al revés, cuando el español era titular el marfileño no se lo tomaba bien. Di Matteo lo ha gestionado bien, como ha podido, aunque uno se haya marchado y el otro se manifieste a disgusto. Las otras cuestiones son Terry y Lampard. Al primero se le ha ido la cabeza en varias ocasiones, pero sigue siendo un central notable. Al segundo parece que le quede menos. Gestionarle su ego alternando titularidad con banquillo será una de las tareas más complicadas del que entrene al Chelsea la siguiente temporada.
Roberto Di Matteo ya conoce a estos jugadores. Ha empezado a tratarlos, ha congeniado con ellos y su gestión es exitosa. Incluso ha acertado tácticamente en situaciones clave, demostrando su valía como entrenador. Además parte del éxito, lo que le supone un cierto margen de confianza del que no dispuso ni un entrenador por el que se pagaron 15 millones de euros de traspaso ni dispondrá cualquiera que venga de nuevo. El técnico italiano no únicamente merece una oportunidad por el mérito de sus títulos. Es también la opción más sensata.
DDF