UN GRAN PREMIO CON NUMEROSAS DESPEDIDAS
Se lee en la tribuna principal del circuito, es una pancarta que llega de un lugar de Brasil llamado Santos, relativamente cercano a Sao Paulo, la ciudad que acoge este último gran premio de la temporada. "Michael, la Fórmula 1 no es nada sin ti". Al lado, otra que se firma desde Argentina da las gracias al megacampeón alemán, el más grande para la estadística, siete títulos le contemplan, más allá del éxito o el fracaso de esta aventura del retorno con Mercedes. Y esos siete títulos siempre estarán ahí, incluso a partir de mañana. Schumacher ya anunció su marcha en Suzuka, el lugar donde ganó su primer Mundial con Ferrari. Y ayer paseaba, o lo intentaba, tranquilo por el paddock.
De la misma manera que otro campeón que se va... de McLaren. Lewis Hamilton se marcha del equipo que le ha hecho grande y está con ganas de vencer su última carrera. Y con las lágrimas asomando en su rostro. "Me siento como si estuviera dejando mi casa para irme a otro sitio. Me quedó claro que quería probar algo nuevo y que iba a ir a por ello. Y entonces llamé a Whitmarsh. Fue la llamada telefónica más dura que he tenido que hacer en mi vida, porque hemos crecido muy juntos y él me ha apoyado, y no quería defraudar a la gente. Pero a menudo tienes que hacerlo para tomar decisiones", explicó el británico poco después de saludar a Emilio Botín.
El cambio con Sergio Pérez no le van mal al Banco Santander, que gana mercado en México. El Checo se va de Sauber a McLaren, otra despedida, que deja paso a su compatriota Esteban Gutiérrez. Ayer se veía por la caseta del equipo suizo a Sergio acompañado de su amigo Jaume Sallarés, que también abandona la F-1 para centrarse en la aventura de la Fórmula Eléctrica.
Muy cerca en el paddock, Heikki Kovalainen saluda al exfutbolista Ronaldo, no está confirmado, pero es probable que también diga adiós a los grandes premios para irse a Estados Unidos. También su compañero Petrov está en duda. Duda, una palabra común hoy en la F-1.